Córdoba ya había acuñado moneda durante la época romana, visigoda, andalusí y después de la Reconquista en los siglos XIV y XV. Pero no había sido incluida en la Pragmática emitida por los Reyes Católicos en Medina del Campo el 13 de junio de 1497 por lo que había dejado de acuñar moneda. No obstante mantenía la esperanza de su designación como ceca como nos indica el presbítero Pedro Díaz de Ribas en su libro "Las antigüedades y excelencias de Córdoba", del
año 1625, al hablar sobre el cobre y la plata de las minas de la provincia diciendo:
«Si ya tuviéramos ventura de que se armaran ingenios para labrarlas... por tan justas razones la Católica Majestad de nuestro Rey Philippo IIII que de nuevo se
establezca en esta ciudad la casa de la moneda».
La orden para la construcción de la Real Casa de la Moneda de Córdoba es una consecuencia de la gran cantidad de moneda falsa de vellón que había en circulación en ese momento, y como medida correctora, la Corona, el 30 de octubre de 1661, ordena que toda la moneda fuese batida a molino, para lo cual, se equiparon con los ingenios precisos las cecas activas, además de fundar otras nuevas, entre ellas la de Córdoba.
Se nombra a D. Diego Fernando de Argote y Mesa como Superintendente de la fundación de la Real Casa de la Moneda de Córdoba y el 5 de noviembre de
1661 dio libranza de 722 reales que valen 24.548 maravedís a Fray Juan Bautista del convento de S. Pablo de Córdoba para que viese los ingenios de Granada y Sevilla y
hacer un estudio para instalar los nuevos molinos de Córdoba.
En 1 de diciembre de 1661 se dio libranza de 1.300 reales para ver los ingenios de Granada a los maestros de obra Pablos de Ginestal y Juan Francisco Hidalgos y vueltos a Córdoba estudiaron la posibilidad de si se podía hacer la Real casa de la Moneda en el Molino de Martos en el río Guadalquivir.
Esta idea no prosperó y el «7 de Diciembre de 1661 se dio libranza a D. Diego de Góngora Pineda y Vacarico de 13.000 reales de vellón que valen 442.000 maravedís para la compra de la casa de las Carretas en la colación de S. Nicolás de la Villa, linde con las casas que llaman del Olivo y con las que vive doña Micaela Ramírez,
y la plazuela de las casas del marqués de Priego y la calle real del huerto de los Bañuelos».
Dicha casa se compró para labrar en ella «la Real Moneda» en cuatro molinos y la carta de venta pasó y se otorgó ante Juan de Mesa, escribano público de Córdoba. Los molinos a instalar serían por lo tanto de «sangre», es decir, con un sistema de energía a base de tracción animal.
Durante los años 1662 y 1663 se construye la nueva fábrica y se instalan cuatro molinos, los cuales empezaron a emitir moneda de vellón el 5 de marzo de 1663 y solamente trabajaron durante 20 meses en este material ya que nunca acuñaron en plata ni en oro. El 17 de octubre de 1664 la serie de vellón fue suspendida y en 1665 sus molinos fueron desmontados y enviados a la fábrica de Sevilla en 12 carretas el 30 de noviembre de 1665.
La mayor parte de las monedas emitidas en la ceca de Córdoba, fueron de 16 maravedís durante el año 1664, y en menor cantidad en el año 1663. Las monedas de
8, 4 y 2 maravedís, también se acuñaron en esta ceca aunque en un número muy reducido. La marca de ceca es una hoja o corazón, lleva una C, indicativo de la ceca de Córdoba, y como ensayador aparece normalmente la letra T y menos frecuente una S.
Al estar tan poco tiempo activa esta ceca, su existencia fue olvidada y las monedas acuñadas en ella se atribuyeron de forma dudosa a la fábrica de Toledo. Estaba tan perdido su recuerdo que D. Teodomiro Ramírez de Arellano en su libro "Paseos por Córdoba" de los años 1873-1877 al tratar sobre la Administración de
Hacienda y la plazuela de la Moneda dice que tenía este nombre debido «... a la que se guardaba en aquel edificio de muy antiguo, propiedad del Estado, y no por
haber estado allí la fábrica...»
Fueron los trabajos de Antonio Orol y Glenn Murray durante el año 1990 en el Archivo de Simancas sobre los documentos del Tribunal Mayor de Cuentas, legajos 890 y 891 y el legajo 10.556 del Archivo Histórico de Córdoba los que indicaron su existencia y posteriormente se pudieron aclarar las características de las monedas acuñadas en la ceca de Córdoba.