En Barcelona se comenzó a acuñar en la época visigoda, a partir del año 579. Desde el año 801 las acuñaciones son a nombre de Carlo Magno y, a partir de 992 de los condes barceloneses empezando con Ramón Borrell.
La casa de la moneda de Barcelona fue instaurada en el siglo XIII por los condes de Barcelona y reyes de Aragón. Los talleres donde se producían las monedas no tenían lugar fijo ya que se trataba de edificios alquilados por cuenta de las finanzas reales.
Esta situación cambió en el siglo XIV con la compra de una casa que se convirtió en sede permanente de la ceca de Barcelona. La fábrica oficial estaba situada en el barrio de Santa María del Mar, incluida hoy en la zona histórica de la ciudad, caracterizada entonces, por ser un barrio con una intensa vida artesanal y comercial, como nos recuerda la supervivencia de muchos oficios en los nombres de sus calles. En esta ceca se acuñaba la moneda con la técnica del 'martillo', entonces de uso generalizado.
Las noticias documentales del XV, que tenemos sobre la ubicación de la casa de moneda, se confirman por una carta real datada el año 1441, donde se identifica 'Seca' en la manzana de casas situada entre los actuales calles de los 'Flassaders' (fabricantes de mantas), de la 'Cirera' (cereza) y de la 'Seca', añadiendo que se encuentra en aquel lugar desde tiempo inmemorial.
El siglo XVI fue una época de importantes adelantos tecnológicos en Europa, entre los que destaca la técnica de fabricación de monedas que no quedó al margen. Entre el final de este siglo y el decurso del siguiente se impuso una nueva técnica para fabricar monedas, conocida por el sistema del molinete, o de molino.
Ya en el siglo XVII, Cataluña no quiso quedarse al margen y después de reiteradas peticiones del maestro de la ceca para la implantación en Barcelona de la técnica del molinete para la fabricación de moneda, el año 1610 el Consejo de Ciento pagó al maestro de ceca un viaje a Castilla para traerse un hombre conocedor de dicho sistema. Esta realidad marcó un punto de inflexión dentro de la historia de la tecnología de acuñación monetaria catalana, cambio que comportó grandes cambios en el antiguo sistema, llegando a quedarse sin espacios en la ceca.
Entre el 1642 y 1648, con motivo de la Guerra 'dels Segadors', se amplió notablemente la 'Seca' con la compra de nuevas casas y su posterior adaptación, instalándose molinos que trabajaban con fuerza de sangre. Pero, este gran impulso no duró demasiado al cambiar las circunstancias políticas, las cuales hicieron cambiar también el destino de la 'Seca' de Barcelona, la cual se intentó poner en venta el año 1659, venta que definitivamente no se llevó a buen término.
Superado este bache, en el siglo XVIII la 'Seca' continuó acuñando y manteniendo la maquinaria hasta que el año 1717, Felipe V prohibió acuñar moneda en Cataluña, al finalizar la guerra de secesión de Carlos Archiduque de Austria. Esta clausura de la casa de la moneda fue temporal, iniciándose desde entonces un trabajo discontinuo.
Desde 1718 a 1720 se acuña una moneda de cobre idéntica a las que se batía en Segovia, Zaragoza y Valencia, como parte de un proyecto para unificar el sistema monetario.
Después de 1720, la Ceca de Barcelona entra en un largo período de inactividad, tanto que cuando Fernando VI manda acuñar una moneda de cobre para rescatar a los pobres del Principado, tiene que acudir al Real Ingenio de Segovia en 1754 para realizarla.
Después, con motivo de la ocupación francesa, la 'Seca' funcionó durante los años 1808 al 1814 para acuñar moneda a nombre de José Napoleón hasta 1814.
Posteriormente, Fernando VII volvió a reabrirla hasta el 1833.
El año 1837 la casa de moneda de Barcelona abría sus puertas para acuñar de nuevo moneda oficialmente para Isabel II. De todas formas la ceca de Barcelona volvía a quedar suprimida el año 1849 aunque por el mismo procedimiento Isabel II ordena que se reabra en el año 1850.
En 1868 con el advenimiento de la I República el Gobierno Provisional decide clausurar por Orden de 11 de Junio, las casas de moneda (las de Sevilla, Segovia, Barcelona y Jubia) y centralizar toda la producción existente en la de Madrid en 1869.
Posteriormente se acuñan monedas de cobre para Alfonso XII por la empresa Oeschger Mesdach y Cía hasta su definitiva clausura en 1879.
A lo largo de su historia, la casa de moneda de barcelona acuña monedas de todos los metales. En 1535 se acuña un gran encargo de oro y plata para
la Casa de Sevilla, que no daba abasto a sus propias labores. Estas monedas fueron pedidas especialmente por el rey para atender a los
gastos de la expedición contra Túnez. En 1640 unos ingenieros de la Ceca de Barcelona pasan al Real Ingenio de Segovia para estudiar y
copiar sus ingenios de acuñación a rodillo. En 1642 se logran implantar los ingenios en Barcelona (a tracción animal) y hasta 1647 se va
adquiriendo casi todas las demás propiedades que componen la manzana para ampliar el edificio. Respecto a su emplazamiento, consta que la
Ceca ocupa este mismo lugar en 1441 desde tiempos inmemoriales, y que hubo un fracasado intento de trasladarla a otro lugar en 1350.
El edificio, tras su clausura en 1879, fue vendido, pasando a manos privadas.